martes, 3 de marzo de 2009

¡Hola a todos!
Bienvenidos al blog de la asignatura Prosa Memorialística.
El blog está pensado para experimentar con las posibilidades que ofrece el espacio virtual y la escritura on line. ¿Por qué no crear un espacio biográfico interactivo? El papel nunca pudo responder al diarista, el blog sí puede. Aquí los estudiantes de Prosa Memorialística podéis no sólo escribir vuestras entradas sino leer otras, preguntar, comentar, responder ... Mucha suerte.
Para escribir una entrada: antes debéis enviar un e-mail a la dirección: unesbio@gmail.com posteriormente seréis invitados a participar en el blog
Saludos

1 comentario:

  1. ¡Parece cosa extraña que haya tantas “coincidencias” es esta asignatura!
    Pues, este jueves leyendo y hablando de la relación entre Zorrilla y su padre casi me alegré que no hubiera leído antes el texto porque así el contacto con él (texto) fue más intenso. Para mí no es ninguna alegría, pero me hizo revivir bastantes momentos poco felices de mi infancia y adolescencia relacionados con la figura paterna, con el hecho de que él nunca ha estado orgulloso de mí, yo nunca podía hacer algo bastante bien en su punto de vista. Fue el gran “ausente” en mi infancia, porque pasaba por casa apenas una vez a la semana, y cuando lo hacía nada le parecía bien. Aunque fui siempre la primera de mi clase, y una de las mejores de la escuela, con muy buenos resultados en competiciones y Olimpiadas, todo esto nunca era bastante. Iba a mi escuela una vez al trimestre y entonces no sé como lo conseguía, pero siempre hablaba con alguna profesora frustrada con quien había tenido alguna discusión y me criticaba. Esto le daba motivo a amargarme la vida al menos tres-cuatro meses más. Su presencia en la escuela dejaba boquiabiertas las profesoras con su look de James Dean, con su coche que siempre lo aparcaba delante del despacho de la directora, con su ropa de dandy lo que le daba motivo a la mayoría de las profesoras tener en los próximos meses con migo una actitud algo como “qué pena que un hombre como él tiene una hija como tú”, lo que me ha creado desde la más tierna infancia el complejo de patita fea. Luego sus reproches que era “gorda y fea, que me parecía a la familia de mí madre”—porque tenia, como cualquier niña de 8-9 años un poquito de barriga—y en realidad me parecía a él, como dos gotas de agua!! Así que con 9 años me compró una bici chulísima, el sueño de cualquier niño en aquel tiempo, teniendo cuidado a repetirme mil veces que me la ha comprado para que adelgace. Pues aquella bici mi madre la vendió muchos años después, en su embalaje original, sin estrenar. Como resultado consiguió crearme unos complejos enormes, problemas de alimentación en toda la adolescencia que tuvieron como resultados una muy grave anemia que padecí muchos años, consiguió transformarme en un adolescente rebelde, con muchos problemas en el instituto, más que nada conflictos con los profesores, hasta que estaba permanentemente en la lista de alumnos en peligro de ser expulsados, pero siempre me salvaban las muy buenas notas y los resultados de las Olimpiadas. Y, lo que me dolía más, a mi madre la transformo rápidamente en una mártir (con ella, evidentemente, tenía el mismo comportamiento, pero más tarde llegué a la conclusión que la verdadera vocación de mi madre era de monja). Desde de los 16 hasta los 18 años no le hablé. Cuando entré a la Universidad dije que mi deber de hija (ante Dios, en conformidad con el 5-o Mandamiento) era perdonarle, así que retomé las relaciones con él. Él, después de tantos años, tenía la misma actitud, como si hubiéramos dejado de hablar un día antes. Yo tenía la obligación de pasar con el todas mis vacaciones (ya estaba enfermo) y cada día de estas vacaciones me reprochaba que yo en la Uni me lo paso bien mientras él está sufriendo tanto. Nunca olvidaba añadir que sabía que yo venía para que me dejaba la herencia, pero que no me engañase, que va a tener cuidado de no dejarme nada, que su último deseo era gastar todo antes de morir. De hecho todo el dinero que tenia, y el que había gastado desmesuradamente durante toda su vida, era el dinero de mí abuelo, un ex industrial bastante importante de Transilvania. Ultima discusión de este tipo la tuvimos en el hospital, cuando, ya harta, le dije que se llevara a la tumba todo y le juré que no vendría ni a su entierro. Y me fui a pasar el resto de vacación al mar. Al día siguiente me llamaron mi madre y mi tía que había muerto—aquella noche, en el hospital. No querría ir al entierro, pero a las insistencias de mi madre y por vergüenza de lo que se iba a hablar en la familia, fui…con ropa de playa, que otra no tenia. Una de la sorpresa más grande de mi vida fue constatar, delante del cuerpo muerto de mi padre tendido en el ataúd, que no sentía NADA por él. Ni lastima, ni rabia, ni hablar de amor. Era como un objeto. Hasta pensaba durante el entierro, cuando sentía muchos ojos observando curiosos mi comportamiento, que debería llorar, que debería esforzarme en que me cayera alguna lagrima, porque si no, ya me imaginaba que mis tías, primas de mi padre, iban a tener temas de hablar para mucho tiempo. Lo que me impresionó esta vez hasta lagrimas y me partió el corazón fue mi madre. Después de 25 años de sufrimiento, aunque claramente le había destruido la vida y le había roto el corazón, me di cuenta que verdaderamente le amaba. Como le besaba, como le acariciaba, como le quitaba alguna pelusa invisible del traje, como le ponía a su lugar alguna mecha de pelo rebelde, como no se apartó de al lado del ataúd durante dos días y dos noches, prácticamente hasta cuando cerraron el ataúd para enterrarlo. Me dejo de piedra. Le querría gritar: ¿Cómo le puedes amar después de todo lo que te ha hecho? Pero entendí: era el amor de su vida; el primero y el último, el definitivo y para siempre. A pesar de todo seguiría amándolo todo el resto de su vida. En aquellos momentos le tuve envidia: yo nuca estaría capaz de amar así un hombre.

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